Hablar desde el lado humano de la Medicina puede resultar un tópico cercano a lo filosófico cuando se instala en un marco exclusivamente teórico. Lo mismo se podría decir de lo científico si se quedara aislado en los laboratorios de investigación, alejado de su aplicación práctica para mejorar la salud de las personas. Sin embargo, nada es más real, más cotidiano y más práctico que la asistencia sanitaria porque los enfermos no atienden a filosofías cuando nos consultan sus dolencias.
Desde esta perspectiva surgió la idea de las Historias Fonendoscópicas, la reflexión sobre la relación médico-paciente como conductora del proceso asistencial, como instrumento terapéutico en que se fundamenten todas las pruebas complementarias –que son eso, complementarias– y procedimientos terapéuticos que se prescriban al enfermo siguiendo la evidencia científica más rigurosa.
La hipertecnificación e hiperespecialización de la Medicina actual puede llevarnos a la tentación de confundir los medios con la esencia, a escondernos inmersos en programas, guías y protocolos para evitar enfrentarnos con las entrañas de nuestra ciencia: lo humano en toda su dimensión. Esto, si lo pensamos consecuentemente, nos puede producir vértigo, pero ¿acaso no fue ese mismo vértigo el que nos llevó a la Facultad? ¿No fue el deseo de curar, aliviar o consolar el que nos impulsó a dedicarnos a la atención al sufrimiento de los otros? Entonces ahora, el miedo a implicar nuestros propios sufrimientos vitales en la asistencia no puede impedirnos atender a los pacientes con la profesionalidad de una ciencia de lo humano, que es cuerpo y alma, que es arte y oficio, porque perderíamos la posición terapéutica y dejaría de estar claro de qué lado de la mesa del consultorio se sitúa cada uno: quién es el médico y quién el paciente. Solo esto nos puede inducir a escondernos de la relación asistencial, pero sin ella, ¿qué le queda a la Medicina?
Por tanto, atendamos al maestro Marañón cuando nos hacía la reflexión sobre cuál es el instrumento que más ha contribuido al avance de la Medicina: la silla para sentarse y escuchar al enfermo.
La Literatura, como arte de las palabras nos viene a asistir en nuestro propio arte de escuchar, de darle forma al relato que nos cuenta el paciente para ayudarlo en su elaboración particular. Las historias que presentamos fantasean estos relatos, o puede que quizá solo a medias. Quién sabe, tendrán que leerlos.
Presentación institucional con Luis García y Asunción López
Autores fonendoscópicos
Exposición de las ilustraciones de Inmaculada Vinuesa
Las ilustraciones de mis textos
La Salud en Psí 
Fue una noche maravillosa, culminación de un proceso que hemos llevado a cabo con muchísima ilusión y constancia, sobre todo, por tu parte.
Gracias por haberlo hecho posible.
Y qué bien hablaste!!!!
Muchas felicidades tanto a los responsables de este proyecto ( cuánto esfuerzo) como a los galenos escritores, entre los que me veo incluida. Ha sido una suerte para mí entrar en estas historias desde tan lejos . Muchísimas gracias a Ángeles y a Ana J, por ello y ¿cómo no ? a Inma por regalarme la fuerza de sus colores.
Un abrazo a todos Ángeles Hernández