Error evolutivo

Dicen que rectificar es de sabios y, evitando vaciar la frase en el consuelo fácil, ciertamente es así, sin error no hay avance, el error es lo que nos permite evolucionar. ¿Cómo si no aprenden a caminar los niños?, cayéndose, pero ojo, y levantándose de nuevo una y otra vez, las que haga falta, hasta aprender, hasta hacerlo perfecto, y luego no parar de caminar durante toda la vida. También así se aprende a hablar, probando, escuchando, repitiendo y no parando. Nunca terminaremos de decirlo todo, tampoco de caminarlo todo, seguro que nos moriremos con algo pendiente, con algo por hacer o por decir, aunque tengamos cien años. El que diga que ya se puede morir en paz porque lo tiene todo hecho, ese se murió ya.

El método ensayo-error lo aprovecha la ciencia del que empleamos todos los días en aprender a vivir, probando, equivocándonos y vuelta a probar de otra manera, aprendida la lección anterior, que si no es un desperdicio. Muchos métodos ya están inventados y no tenemos que inventarlos de nuevo, podemos aprovechar lo que ya han investigado otros, o nosotros mismos en otra ocasión, así hacen los científicos. Sería absurdo empezar siempre de cero, pretender crear siempre un método nuevo sin aprovechar lo que ya sabemos o lo que ya tenemos, lo que hemos aprendido de otros. Una pretensión tan inoperativa como patológica.

Probar, errar, insistir hasta saber. Recordar lo que aprendimos, repetir lo que queremos y reelaborarlo todo continuamente.

La vida funciona como el sistema inmunológico, que solo reconoce aquello que lo hace reaccionar la segunda vez que contacta, la primera vez lo aprende. Así funcionamos también los humanos, casi nunca hacemos las cosas bien a la primera, tenemos que ensayar. Por eso el que no ensaya, el que no arriesga, pues no investiga y, entonces, nada aprende y sabrá cada vez menos. Y que no piense que por eso arriesga menos, no, lo que hace es colocar sus ensayos, sus investigaciones en las manos de otros y eso puede ser muy perjudicial para los intereses de cada uno, incluso peligroso. Si no arriesgamos no sabremos hasta dónde podríamos llegar, que siempre es más lejos de lo que imaginamos sin trabajar. Si no arriesgamos, ¿cómo nos vamos a construir una vida mínimamente interesante?, acorde a nuestros intereses.

Entonces, lo que habría que definir es qué es equivocarse, ¿aprender una manera en la que no nos interesa hacer algo? ¿Y cómo vamos a saberlo sin hacerlo? Lo sabremos después.

Cuando debamos tomar una decisión importante y temamos equivocarnos, no permitamos que la indecisión nos paralice, lo que también es una decisión, revisemos nuestra experiencia y la de otros que hayan investigado en la misma línea, hagamos caso a nuestros deseos y adelante con el ensayo. Puede que no salga a la primera, de hecho es muy probable, pero aprenderemos incluso de las formas de cómo no hacerlo y creceremos con la experiencia.

Como diría Umbral, el talento, en buena medida, es una cuestión de insistencia.